Boda Cádiz

“Las olas de la Caleta, que es plata quieta, rompían contra las rocas de aquel paseo que al bamboleo de aquellas bocas allí le llaman El Malecón…”, eso reza una canción llamada Habaneras de Cádiz. Una ciudad que se sitúa en una península ubicada en una bahía y que gracias a la forma peculiar de su costa, bañada por las aguas plateadas del Océano Atlántico, ofrece una bellísima estampa que le ha ocasionado el sobrenombre de “la tacita de plata”. Justo aquí en esta bahía se celebraría la boda de Marina y Gustavo.

La boda se celebró en el Parador Atlántico de Cádiz con excepcionales vista a la bahía desde cualquiera de sus puntos, justo al atardecer haciendo de la ceremonia sin ninguna duda una boda muy romántica e inolvidable. Esta es una historia con una gran enseñanza enfocada no solo en los novios sino también a Charo. Una gran mujer que me abrió las puertas de su casa sin dudarlo. Su atención fue infinita, sin ninguna duda me hizo sentir como en mi propia casa, pudiendo compartir grandes momentos llenos de emociones y sentimientos. No fue una simple boda, fue algo más.

“El amor de madre es distinto, es universal e inalterable, se mantiene en esencia, el amor de madre posee la facultad de multiplicarse sin perder fuerza, crece y no se agota”

Tuve la gran suerte – no sé si el destino o la casualidad – de conocer a Marina hace tiempo en Cantabria. Una gran fotógrafa con un punto de vista fotográfico muy especial que confió plenamente en mí como videógrafo en mis comienzos para que siguiera realizando lo que tanto amaba. Gracias también por depositar en mis manos ese día tan especial para vosotros, poder narrar vuestra historia ha sido una experiencia muy emocionante, así como el viaje que hicimos a Venecia en el que oficialmente os comprometisteis.

Vuestra boda está llena de momentos y personas mágicas. Sé lo importante que era para ti, Marina, que tu padre te llevara del brazo hacia el altar. Finalmente, tu sueño se hizo realidad y me alegra formar parte de ese maravilloso recuerdo.